Las patas de tu mesa
Cuando una trabaja asistiendo a la gente en sus procesos de vida, muchas veces el requisito inicial de ese proceso es evaluar qué les sostiene. En la universidad me lo plantearon como el proceso de identificar las fortalezas y debilidades de esa persona que viene en busca de ayuda. Es importante hacerlo porque te da información sobre las herramientas con las que cuenta esa persona para enfrentar la situación que le aqueja. Como psicóloga, una puede ayudar a la gente a crecer y a adquirir herramientas nuevas, pero si no tienes la sensibilidad de velar porque ese proceso comience en la realidad objetiva de esa persona, la posibilidad de atropellarla en el proceso es amplia y esa no es la meta terapéutica.
En mis procesos de terapia a veces lo planteo como si la vida fuese una mesa e indago cuáles son las patas que al juicio de mi paciente sostienen su mesa. A veces se les hace difícil identificar las patas... otras veces resaltan como evidentes. A veces es una sola pata, otras veces hay varias. A veces se dan cuenta que por estar fortaleciendo una pata han debilitado las otras. Hay patas sólidas, patas lastimadas, patas que realmente no existen pero nos hemos convencido de que sí están. ¿Y cuáles pueden ser las patas? Pues, la espiritualidad/Dios/como le quieran definir, la familia/matrimonio/hij@s, los amigos/socialización, el trabajo/desarrollo profesional/capacidad económica ($), las pasiones o hobbies, sueños y metas futuras, etc. Cada cuál define lo que sostiene el proyecto de su vida.
En momentos como éstos que vivimos se hace evidente qué es lo que sostiene nuestra mesa y cuán eficiente es en el cumplimiento de esa meta. Creo que es un buen momento, al igual que lo fue en María, el darnos la oportunidad de sincerarnos en la evaluación de lo que realmente le da sentido, dirección y sostén a nuestra vida. La reflexión nos puede motivar a decidirnos por fortalecer aquellas patas que hemos abandonado o ignorado su valor.
Espero te sea útil.
Ceci