El Pedregal
Si alguna vez has hecho hiking, sabrás que cuando vas monte arriba o monte abajo, es vital que le cojas el truco a las distintas formas de las piedras. Si tienen limo o no, si están firmes en tierra o sueltas... El que te caigas o progreses en el camino depende de ello. Al principio es incierto, pero mientras más piedras manejas, mejor dominas la destreza y más capaz y confiad@ te sientes sobre tus capacidades para tener éxito. Evitar las piedras o sacarlas del camino no es opción, si lo que deseas es avanzar y salir adelante... el camino está formado por ellas.
Cada piedra en el camino de la vida me ha planteado dos opciones. La "más fácil" es evadirla. Cuando decido evadir la piedra, decido convertirla en el recordatorio de que ese es el punto en el camino donde debo cambiar el rumbo, porque temo a la fragilidad de mis capacidades. Cada vez que me tropiece con la piedra cambiaré el rumbo y mi opción será vivir la vida tropezándome con las mismas piedras y conformándome con el rumbo que ese cambia y cambia defina para mí. Esta opción es la "más fácil", solo si estoy dispuesta a conformarme con lo que la formación de las piedras decida para mí y viendo como otras personas logran lo que yo no logro.
La segunda opción es enfrentar la piedra con determinación, sin miedo a sufrir y en ese proceso aprender la medida de mi valor y mi fuerza, de mi capacidad para resistir y perseverar. Aprender a caerme, porque solo así aprenderé a levantarme. En ese proceso me pruebo a mi misma que soy capaz de crecer y lograr mejores circunstancias para mí... de definir por mi voluntad, mi rumbo.
Han sido muchos los tropiezos con piedras en el camino. Muchas lágrimas y noches oscuras del alma. Cada piedra, una lección sobre lo fuerte que soy y sobre lo grande que es Dios. Cada una de las piedras ha valido la pena... me ha acercado a un mejor lugar. Cuando alzo la mirada, veo el pedregal que construye el camino que me lleva en dirección a mi mejor versión.
Ceci