La fragilidad de la vida
El regalo de estar viv@s muchas veces se nos pasa desapercibido, lo damos por sentado. Hace un tiempo dialogaba con un amigo y éste me explicaba el significado de "el tiempo es oro". Este me aclaraba que siempre pensó que esa frase se refería al valor monetario del tiempo, es decir, a la capacidad de generar X cantidad de dinero por hora. Con el aumento de edad y ya en sus 70 años, me reflexionó que esa frase se sentía como una realidad vital: la plena conciencia de que el tiempo de vida se acaba y cómo cada minuto es extremadamente valioso = oro. Lo imperioso que se hace valorar y aprovechar cada minuto de vida, que pasa y no regresa. Cuando somos jóvenes sentimos que tenemos todo el tiempo del mundo por delante y no nos pesa malgastarlo... a medida que vamos ganando años, se hace cada vez más patente, que se nos va acabando la trillita en esta experiencia de vida.
Si este momento pandémico que vivimos fuese el capítulo de un libro, lo titularía: "Muerte" o "Lo efímero de la vida". Llevamos meses rodeados de muerte a nivel mundial o del temor a la posibilidad de muerte. A muchos se les agotó el tiempo mucho antes de lo previsto, dejando sabe Dios qué cosas sin hacer. A los que nos ha tocado perder a un ser querido en esta época, hemos tenido que manejar el doble dolor de manejar la muerte, sin poder acompañar a nuestro ser querido en sus últimos momentos para alentarle o para decirles un último "te amo".
La pregunta que se nos plantea está relacionada con qué es realmente importante cuando nos encontramos ante la realidad de que la vida es finita y efímera... tal y como nos lo ha evidenciado esta pandemia. Si mañana te tocara el turno de ver cómo la vida se te escapa, ¿qué es lo realmente importante como para invertir tu valioso tiempo? ¿a qué le darías prioridad?
No sabemos de mañana, el único día que tienes asegurado para vivir es hoy. No lo malgastes peleando o guardando rencillas. Hoy es el único día que tienes para ser feliz, para demostrar amor, para seguir el llamado de tu corazón y de tu alma, para servir y construir cosas buenas, para perdonar, para ser la mejor versión de tí. ¡No lo malgastes!
Ceci